En un mundo complejo y lleno de riesgos, el analista de inteligencia desempeña un papel crucial en la protección de las instituciones educativas y en el gobierno de la entidad, que incluye a rectores, decanos y directores. Su labor va más allá de la recopilación y análisis de información; utiliza herramientas avanzadas y técnicas especializadas para abordar amenazas como la distribución de drogas y alcohol, así como la infiltración de grupos delictivos organizados (GDO) que buscan reclutar estudiantes y sembrar el caos dentro de las universidades.